martes, 25 de agosto de 2015

Desagrado

Y pues que hoy estaba procastinando con uno de esos típicos test de facebook -muy maduro, por supuesto- que te decía que personaje eras de la película intensamente o inside out, el nombre original.

No se ni por qué lo hice, por que la respuesta estaba tan clara como mi piel en el invierno, cuando no ha recibido siquiera un rayito de sol y tengo que encontrar bases que sean tipo "blanco fantasma" o "claro calavera". Pero me estoy desviando del tema. 

El punto es que, como era evidente, mi personaje fue desagrado. 


Y qué puedo decir, creo que es uno de los personajes de película que más me ha gustado. Y no sólo porque se parezca a mí, digo yo. Es graciosa y sincera, me agrada. 
El único problema es cuando se supone que debe encargarse de la ropa de Riley para el primer día de escuela. O sea, duh, obvio era una pésima elección desde cualquier punto de vista.



Así que decidí tomarme 10 minutos de mi súper intensivo estudio para escribir sobre esto y poner muchas fotos. Desde ahora ya no hay escusa para extrañarse por algún comentario o expresión que haga, están todos advertidos. 

Si ven a alguien en la calle haciendo estos gestos, o diciendo algo parecido, quien sabe y quizá podría ser yo. 


(está última es la mejor de todas)

Y pues si todavía no les queda del todo claro, les dejo unos segundos de muestra de mí, o sea de ella.

Marie M.







sábado, 8 de agosto de 2015

Loca por las compras


El nombre de este post calza perfectamente con la película excepto por Hugh Dancy, lamentablemente, ya se imaginarán por qué.

Muchas mujeres, y no únicamente nosotras, hemos perfeccionado el arte de tener dinero un día y poder gastarlo todo impresionantemente rápido. Una o dos horas, a veces incluso menos. No se si les pasa a todos lo mismo, pero yo incluso compro más rápido en las tiendas que online.

La siempre sabia Sarah Jessica Parker en Sex and the City dijo alguna vez: "Me gusta tener mi dinero donde lo puedo ver, en mi closet" y tenía mucha razón. De hecho, mis ingresos se gastan principalmente en dos cosas: ropa y comida (Lamentablemente mi gasto en esta última es más de lo que me gustaría, pero no puedo evitarlo. No soy tan fuerte)


Todo esto viene al caso porque hoy, cómo no, fui a comprar y no pude evitarlo. Gracias a Dios que a nadie se le ha ocurrido darme una tarjeta de crédito, sería una catástrofe. Una cosa es gastar el dinero que se tiene, pero si gastara además el que no tengo, ya estaría en la calle a estas alturas. Y es que sí, gente, es un problema.


Es por eso que me he acordado de la película.

Porque creo que no soy la única que se ha sentido identificada con ella, es más, estoy segura de que no.
Primero que todo, debo admitir que estoy impresionada por la cantidad de imágenes que encontré sobre el tema, en serio que Sophie Kinsella realmente entiende de lo que hablo. 
No creo en el extremo de necesitar comprarse todo lo que se encuentra, pero si me parece que comprar para uno mismo no tiene porqué ser malo.Es darse un gusto, al igual que decidir saltarse la dieta un día, o dormir hasta tarde sólo porque sí. 


Y que la frase que está escrita arriba tiene bastante razón. Al menos yo, cada vez que me siento ansiosa o aproblemada tengo dos opciones: o comer, o ir de compras. Y la verdad es que se agradece quedar con algo más que sólo kilos de más -no se equivoquen, que comer bastante ya lo hago normalmente todos los días. 

Pero ya parecerá que estoy haciendo sólo promoción de los beneficios -y que sí- pero esta vez también quiero hablarles del lado oscuro



Una salida de compras puede resultar realmente mal si no tienes idea de qué vas a comprar, sólo sabes que quieres algo. O si te pasas de la cuenta con los gastos, y te das cuenta de que quedaste debiendo más de lo que ganas mensual. 
Tratar de tener cosas sólo porque son tendencia es otra muy mala idea. Elegir algo porque te gusta aunque no te quede bien nunca es recomendable, y si no te gusta es peor todavía.

Estoy tratando de mostrar que para mí, el problema no son las compras en sí, sino los límites que tu mismo te pones -o la falta de ellos

Lo digo y que quede claro ya que el conflicto no siempre se da. Si te encanta ir de compras y no lo haces solo para olvidar tus problemas, perfecto. Si vas de shopping, no porque sea lo único que tienes para gastar tu tiempo, ideal. Si comprar no te hace problemas, porque tienes suficiente dinero para gastar en más de una vida, genial. 

Y aquí vengo yo de nuevo. Porque que no me lo he podido evitar y he gastado todo el dinero. Y lo digo literalmente, no me han quedado más que un par de monedas en la billetera. 
No se cómo lo hago, porque de verdad que soy buena ahorrando. El tema es que comúnmente sólo ahorro, para después gastármelo todo cuando se me ocurre ir de compras. 

Lo que siempre me hace sentir mejor, es que hay gente peor que yo. Sí, lo sé, muy empática. 
(Y la verdad es que he quedado contenta con mis adquisiciones). 

He aprendido durante estos años de experiencia algunos trucos y consejos que me han ayudado a salir adelante, incluso con lo difícil que se me hace tratar de no comprar algo una vez que se ha fijado en mi cabeza.


Por lo tanto, hoy les tengo 

1.  Nunca gastar más de lo que se tiene. Lo más importante. Ya vez que te creo completamente cuando me dices que tu vida será distinta con ese vestido precioso que está en exibición, porque definitivamente no será lo mismo si por comprarte ese vestido te quedas sin poder ni pagar las cuentas. Muy guapa te verás, pero si no te bañas porque te cortaron el agua, te aseguro que la gente te evitará por igual.

2. Compra primero lo que te sirva más. Y es que a todas nos pasa que vamos por un chaleco y lo primero que elegimos son los pantalones. ¿De qué va eso? O sea, entiendo que hay veces que encontramos esa prenda tan especial que lo queremos sin importar el costo. Pero hay que pensar claramente. Lo voy a poner en concreto, nuevamente. Los shorts esos con aplicaciones estarán monísimos para salir, pero no querrás ir con ellos al matrimonio de tu prima. Vamos a ver qué viniste a buscar en primer lugar.

3. Piensa a largo plazo. Tu futuro yo te lo agradecerá, de seguro. Las modas vienen y van y a algunas nos afectan más que a otras. Te diría que no compres nada de lo que cuando veas tus fotos en 5 años más te arrepientas, pero es que entonces no terminarías comprando nada. Pero cuando elijas algo, que sea porque estás dispuesta a usarlo hoy, pues si compras algo "esperando por la ocasión" es más que probable que esta nunca llegue. Piensen en mi yo de 6 años, cuando decidió que comprar ese vestido-tutú rosa que le quedaba grande era buena opción. Si le preguntan a mi yo de 9, definitivamente no estaría de acuerdo. Por lo que al final te quedas con esos ítemes en tu closet, guardados hasta que te acuerdas que existen o los encuentras por casualidad, y te das cuenta de que nunca los usaste y ahora ni aunque te paguen lo harás. Total pérdida de dinero.

4. No trates de rellenar el vacío. Que te lo digo yo, que he pasado por la experiencia más de una vez, que con tropezarme una vez con la roca no aprendo. Cuando tratas de tener más sólo para sentirte menos vacía, por más que compres, no lo vas a lograr. Y como si no fuera lo suficientemente malo, te dejará con más de una prenda que quizá ni te guste, sólo porque estabas lo suficientemente desenfocada como para no fijarte cuando lo pagaste. Yo voy de frente y creo que eso de utilizar la ropa no está bien. Ellas que están con nosotros en todo momento, casi, nos hacen sentir seguros y muchas veces incluso nos pueden levantar el ánimo, y ¿cómo lo pagamos? Usándolas vilmente. Si tienes un problema, vas y lo afrontas. Ya sea que termines llorando o satisfecha con como se resolvió, ahí puedes utilizar el momento para celebrar o calmar tus emociones. Pero el problema no va a mejorar porque lo evites. En el mejor caso se mantiene igual, rondándote, o puede hacerse peor. Mejor enfrentarlo ahora cuando todavía no se ha formado la bola de nieve completa. 

También, como dato extra, sugiero hacer una lista con lo que quieres/ necesitas, e ir tachando o marcando cada vez que tienes una. De esa forma puedes tener claro en qué has gastado tu dinero y se te hace más fácil distribuir lo que te queda. 


Si consideras mis consejos espero que te lleve a una experiencia de compras cómo debe ser. Saludable y gratificadora. Pues los que lo niegan, que o todavía no se dan cuenta de lo bueno que puede ser o que son muy necios para aceptarlo. Porque esto no se trata de gastar dinero, si no de darse un pequeño -o no tan pequeño- lujo, un gusto, con el que puedas sentirte bien ya que decidiste hacer algo para ti (sólo recuerda que no se sentirá tan bien, si no te pones ciertos límites, como conversamos antes).


Lo que respecta a mí, ahora deberé caminar por las calles sabiendo que tengo que empezar nuevamente a juntar dinero. Ignoraré los anuncios de las tiendas, y pasaré por el lado sin mirarlas, hasta que me decida que otra vez es momento de darme ese gustito. 





Esperando que mis aprendizajes les sirvan, me retiro

Marie M.


PD: quería darle las gracias a los amigos de tumblr, que nunca lo había dicho, pero de gifs, con suerte se escribir el nombre. En otras palabras, todas las imágenes que pongo y que -vamos a ser sinceros- hacen este blog más cool son de allá. 



viernes, 7 de agosto de 2015

Recuerdos


Hoy me he tomado un minuto para compartirles esto.

Es un texto que escribí hace mucho tiempo, en una de mis clases de biología del colegio, que ven que ponía mucha atención, claro. Al menos puedo decir honestamente que algo aprendí. Si bien no fue lo más importante de esa clase, mi profe podría estar orgulloso de que al menos un nombre me quedara, y lo usé para esta historia.

Se me vino a la mente hace unos momentos, mientras recordaba lo mucho que llevaba sin escribir, así que eso, se los dejo.

"Sentí que mis pies dejaban de tocar el suelo, y caí. Debieron ser un par de segundos, pero en realidad parecieron años. Veía cada gota, cada tono en el agua de la cascada, que me mojaba conforme bajaba, mientras daba vueltas en el aire. De pronto, me encontré en el fondo, nada más que azul a mi alrededor, no veía ni algas, ni rocas, ni peces, sólo agua. 

La natación nunca había sido mi fuerte, y aún más, la caída me había debilitado, sólo quería dejarme llevar por la marea, y fluir. Aun así me encontré respirando con dificultad, mientras mis brazos y piernas se movían, tratando de estabilizarse, de flotar. Me moví un poco, dirigiéndome hacia no sé dónde, hasta que mi espalda choco con algunas piedras. 

Fue entonces cuando la vi, una pequeña cueva, nada lejos de allí, que parecía todo lo que necesitaba. Protección, descanso y tranquilidad. Traté de salir a tierra firme, pero no fue sencillo, mis manos sangraban, llenas de rasguños, pero la verdad es que ya ni las sentía, el agua había estado demasiado fría. 

Tiempo después lo logré y tuve que quedarme un momento justo allí, en la orilla, de cara al suelo. Era demasiado esfuerzo, demasiado trabajo… ¿valía la pena? Quizá después de llegar a la cueva nunca nadie me encontrara, quizá me quedaría aquí por siempre, sola, abandonada. Eso me decía mi cabeza y también lo sentía, pero había algo en mí un instinto primitivo que me hacía aferrarme a toda esperanza, no importaba lo pequeñas que fueran las posibilidades. Debía sobrevivir. 

Cuando mi cuerpo dejó de temblar y mis piernas pudieron sostenerme me levanté. Dentro de la caverna no se veía nada, ahora, todo era oscuridad. ¿Qué más daba?, no podía volver al agua, así que caminé hacia el otro lado, hacia el interior de la caverna. Me afirmaba de las paredes, y cada poco rato, debía detenerme a descansar. Me negaba a quedarme tirada por siempre, aunque mi cuerpo me pedía a gritos que lo hiciera. Llegó un momento en que no estaba segura si quiera de si aún me mantenía viva. La oscuridad era tan profunda, tan penetrante. No veía el contorno de la cueva, tampoco mis brazos o piernas, ni siquiera notaba el lugar por el que había entrado, toda luz se había apagado hace mucho tiempo ya. Hasta que distinguí algo. Quizá era mi mente, tendiéndome jugarretas antes de que me volviera completamente loca. Aun así todo lo que me rodeaba dejó de ser negro y comenzó a ser rojo y verde.

Era como una loca y tétrica película de navidad. En la que probablemente todos los personajes morían. Ya no me movía por esfuerzo propio, había una fuerza que me impulsaba, que me acercaba a la luz, sin que yo pudiera evitarlo, aunque tampoco lo había intentado. Pero entonces algo ocurrió. Fue en el mismo instante que me di cuenta que ya no había vuelta atrás, por más que me rescataran, nada sería igual. Probablemente me mandarían a un psiquiátrico, si es que alguna vez salía, pero estaba viendo frente a ella a un pájaro. 

A decir verdad no estaba segura de que lo fuera, era muy extraño. Enorme, cada una de sus alas medía probablemente más del doble que ella en altura y que contenían todos los colores del arcoíris en ellas. Era de él que provenía la luz roja y verde, mezclados pero aún así cada uno se distinguía claramente. 

<<Archaepterix>> la palabra se le vino a la mente, sin tener idea de cuál era su significado. 
El Archaepterix estaba tendido en el suelo, sus espléndidos colores brillando ante mi mirada extasiada, impresionada. No me dí cuenta hasta el momento en que mi mano se posaba suavemente en el extremo de su ala, que estaba más cercano a mí. Era tan suave como parecía, quizá incluso más y me perdí en esa sensación un momento. Hasta que su enorme ojo se abrió. 

Blanco en su mayoría, una mínima pupila gris perla se podía distinguir sólo si mirabas con atención. Y me miraba, fijamente, sin pestañar ni moverse. Acaricié sus plumas, y profirió un leve sonido gutural, mientras levantaba la cabeza. Si hubiese tratado de describirlo probablemente no hubiera encontrado palabras apropiadas. Era tan único. Y parecía adolorido, herido. 

Se levantó lentamente, sus plumas temblando al igual que sus… ¿garras? Sí, eso era lo que salía se sus alas, garras, plateadas y afiladas. Y no sólo eso, en su pico habían dientes, varios, como los de un tiburón. 

De pronto no estaba más en la caverna, si no que estaba en un valle. La luz del sol, aunque tenue, hizo daño a mis pupilas, ya acostumbradas a la opacidad. Traté de ocultarme, busqué sombra, pero nada había que me sirviera. El lugar estaba destruido, no había pasto, ni árboles, sólo un inmenso páramo de color cobrizo, reflejo del fuego que antes se había posado allí. 

Todo cambió nuevamente y estaba en medio de una batalla. Literalmente en la mitad, personas iban y venían provistas de espadas, lanzas y cualquier otra arma que encontraran, por muy impensado que fueran. La sangre se esparcía por el suelo, y también por el aire, al compás de los golpes de cada caballero. Pero nadie me notaba. Sólo pasaban, a mis lados, a través de mí, sin inmutarse, sin advertir mi presencia. Todo volvió a ser negro. Me sentía mareada y mi cuerpo se liberó cayendo al suelo, sin fuerzas. 

No estoy segura de cuando cerré, ni cuando abrí mis ojos. Ni siquiera sé si lo hice, pero en algún momento una luz, pequeña, diminuta incluso, apareció en mi vista. Sólo un reflejo en el techo, pero que me permitió levantarme y comenzar a andar. A cada paso se hacía más grande más fuerte, y la verdad, ya ni me molestaba, mis ojos podían adaptarse con facilidad. Había una rendija lo suficientemente grande para que pudiera pasar y así lo hice. El pájaro. ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado con él? No recordaba el momento en que lo había perdido de vista. En el segundo en que el aire fresco tocó mi cara, todo pensamiento se esfumó de mi mente.

Sonreí, reí, por mucho tiempo. Hasta que miré mis manos. Parecían intactas, sin un rasguño, ni rastro de sangre."


Marie M.

PD: Sólo digo... recuerden que son las cavilaciones de una niña de 15 años. Y para que quede aún más claro, una niña que hasta los 14 prácticamente seguía jugando a las barbies -Sí, no se que pasa con las chicas de hoy en día, se creen demasiado grandes cuando ni siquiera han alcanzado su máximo de altura.