Que se habrán preguntado por qué estuve todo el mes pasado desaparecida, después de estar 24/7 en el mes anterior. Pues si, finjan que se interesan. La respuesta es una sola: estaba de duelo. Que después de un enredo de tarjetas que se cerraron y abrieron, la suscripción a Netflix no quedó en ninguna de las vigentes y de un momento para otro me quedé sin series.
Y no sólo eso, pues quien lo paga es mi madre -sí, aún vivo con mis padres, no shame on that- y ha decidido que esta bueno estar un tiempo sin él para aprovechar el mundo y no quedarse encerrado todo el día.
Así que aquí estoy, sin series ni películas -porque claro, a mi ni el Fox mas me funciona- y sufriendo. Sí, sufriendo profundamente.
Así que acompáñenme a llorar mientras me hundo en la miseria, hasta que reciba mi pago y pueda volver a tener Netflix (por supuesto que he trabajado part-time para poder conseguir cómo pagarlo). Mientras tanto les anuncio que tengo una novedad para el próximo post, pero como toda sorpresa, no sabrán hasta que lo lean.
Quieren un dato: no tiene nada que ver con lo que en general hablamos en el blog, pero podría empezar a hacerlo, porque, ¿por qué no?
Con eso me despido, pero no por mucho
Marie M.